De pequeño me gustaba tanto el merengue que sólo lo comía cuando me acordaba de que me gustaba.
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Anotado el
01 diciembre 2006
Siempre me ha llamado la atención la gente que es capaz de sobrevivir a sus propias palabras. Ya pudieron decir en su momento la mayor barbaridad del mundo, que con el paso del tiempo, esa barbaridad acaba siendo una verdad irrefutable o al menos nada de lo que sentirse avergonzado. AEso me refería.
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